miércoles, enero 30, 2013

Inflación, esa droga

La economía clásica o neo clásica necesita “simplificar” la compleja realidad del mercado, creando abstracciones como “equilibrio de precios”, “demanda agregada” y otras. Lo que demuestra Von Mises es que el mercado es un organismo vivo, increíblemente complejo, que no puede ser reducido a ecuaciones generales. 
Hay aumento de precios cuando cualquier producto es más demandado que otros. Eso no es inflación. Coexisten alzas y bajas de precios, y nunca hay un “equilibrio” en el que se logra la “estabilidad”. Solo la muerte es estable, la vida económica- esto es los recursos que la gente invierte en procurarse un incremento de la satisfacción- es básicamente dinámica, inestable y no planificable.
Por lo tanto, la idea de que la inflación se combate controlando ciertos precios, subsidiando a los productores a fin de que vendan barato, etc. parte de la confusión entre efectos y causas.
Hay inflación cuando se incrementa la oferta de dinero (la “maquinita”): Su efecto es el aumento de precios. Pero hay aumento de precios no derivados de la mayor emisión monetaria sino de desplazamientos de la demanda de unos a otros bienes. Eso, no tiene sentido que el gobierno lo combata, y además es inútil. Confundir ambos procesos- uno espontaneo y el otro debido a decisiones del Estado- lleva a agravar el problema.
El problema con la inflación no es que incrementa el precio de bienes y servicios sino que no lo hace en forma universal y al instante. Si todos los precios de la economía subieran el mismo día un 2% nadie saldría perjudicado. El trabajador recibiría ese aumento, en el mismo momento que su alquiler o su pan aumentan en la misma proporción. Per eso no es así en un proceso inflacionario.
La inflación comienza con la emisión de moneda por parte del gobierno. Con esos pesos “extra” el gobierno paga a sus proveedores y empleados que resultan así beneficiados. Esos agentes salen al mercado con los “nuevos pesos” y adquieren bienes al “viejo precio”, ganando la diferencia. Pero una vez en el mercado, los “nuevos pesos” generan paulatinamente una mayor demanda y como no hay mayor oferta, los precios van subiendo. Para cuando los trabajadores o jubilados cobran , los “nuevos pesos” ya son viejos: su ingreso no compensa el crecimiento de los precios que hubo.
Por otra parte hay precios fijados por contrato- salarios, el alquiler o la tasa de interés de un préstamo, por ejemplo- por lo cual los trabajadores, los propietarios y los acreedores se perjudican a favor de los empresarios, los inquilinos y los deudores.
En suma, la inflación genera ganadores y perdedores, afecta a propietarios y acreedores, a los trabajadores y jubilados y beneficia a los proveedores del Estado y a los empleados estatales. Produce una seria afectación de las señales del mercado, por lo cual los planes de inversión y crecimiento económico se ven seriamente afectados. Por eso es tan dañina. Como un cáncer que al principio pasa desapercibido, cuando hace metástasis ya es tarde.
La cura es compleja y pasa por detener la emisión descontrolada, lo cual significa que un gobierno que basa sus planes en esa emisión debería caer y ser reemplazado por un gobierno dispuesto a readecuar sus planes a un contexto de no emisión.
Pero ¿alguien vio alguna vez, en algún lugar, un gobierno que juegue a “enfriar” la economía, a apostar a una deflación., a postergar planes, programas, inauguraciones y obras que apuntalan su popularidad?
La inflación es un cáncer muy dulce para el gobierno. Por eso cuesta tanto erradicarla.

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