domingo, diciembre 05, 2010

Las dos caras del Wikileaksgate




Los liberales- conjunto multiforme de partidarios del Estado mínimo- aplauden en general el fenómeno de Wikileaks, como señal de que la Era del Secreto de Estado terminó. Ahora se inicia la Era de la Transparencia.
Como se sabe, la clave del funcionamiento de los mercados es la existencia de información libre, que permite tomar decisiones de inversión o compra con un máximo de eficiencia, minimizando el riesgo de fracaso.
En ese sentido, bienvenido Wikileaks.
Otra cosa es la retórica de Fidel Castro o Hugo Chávez solazándose al ver al Imperio Desnudo; los máximos ocultadores de información propia disfrutan acceder a la información del enemigo.
Pero antes de tanta alegría, deberían poner las barbas en remojo; ¿Cuándo será posible acceder a los documentos secretos de Cuba, Venezuela o Corea del Norte?
Como siempre, es Occidente - con sus luces y sombras- el que se somete a la mirada pública, mientras los dictadores se refugian en el secreto. Habría que pedirles a los Castro o a Chávez que abran sus archivos  secretos- que los tienen, y mucho- antes de que exijan la renuncia de Hilary o se froten las manos ante el escándalo imperial. Los reyes del secreto no pueden transformarse en los reyes de la Transparencia ajena.
La cara siniestra de este escándalo es, evidentemente, la pérdida de credibilidad de EEUU y la fiesta que preparan los autoritarios, expertos en ver la paja en ojos ajenos y no la viga en los propios.

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