lunes, enero 04, 2010

Una "Carta Abierta" a la cubana

Yo, una “emergencia irreversible”

Del Blog Sin Evasión


Una carta abierta, escrita por algunos intelectuales, artistas y académicos cubanos, acaba de irrumpir en las semanas finales de 2009 en un sitio de Internet, moviendo opiniones diversas. “Denuncia”, “punto de giro”, “apoyo a la oposición”, son algunos de los calificativos más audaces con que se ha evaluado –quizás de manera un tanto hiperbolizada– el documento en cuestión, por parte de algunos medios y opiniones particulares. Y no está mal, por supuesto, que finalmente un grupo de intelectuales de sectores oficialistas hayan comprendido que tanto garrote repartido pudiera también alcanzarlos a ellos –espíritu que salta a la vista desde la cita de Niemöller que encabeza el texto, con mucho, lo mejor de la carta–, pero tampoco hay que sobredimensionar el hecho.
Sin ánimo de contrarrestar entusiasmos desmedidos (que nunca faltan), ni de anular posturas que no por vagas dejan de ser al menos poco comunes en condiciones de totalitarismo, tampoco hay que arrojarse en brazos del delirio. Ya el propio título del mamotreto se encarga de refrescar a los más pasionales: “Carta en rechazo a las actuales obstrucciones y prohibiciones de iniciativas sociales y culturales” (la cursiva es de esta blogger). Es decir, las obstrucciones y prohibiciones que se “denuncian” quedan cuidadosamente acotadas en el tiempo (solo las “actuales”) y en los tipos de iniciativas a las que afectan (solo las “sociales y culturales”). Y tampoco esto sería del todo censurable de no haberse utilizado a lo largo del discurso un lenguaje tan enigmático como el oficial, o de no haberse hecho gala de una ingenuidad tan pueril que lo mismo podría inspirar una nalgada que un aplauso para autores y firmantes. Voy a resumir algunos de los elementos que, según mi criterio personal, opacan las buenas intenciones que –no obstante– me gustaría reconocer a este documento:
- Elude señalar responsabilidades de personas e instituciones en los hechos que enumera. Tratándose de acontecimientos que, en ciertos casos, han sido incluso presentados en los medios oficiales, resulta increíble que los autores pretendan obviar quiénes son sus responsables “universales”.

- Sugiere la legitimación de iniciativas sociales y personales solo desde posiciones socialistas, es decir, ideológicamente “correctas”, lo que niega el supuesto carácter inclusivo y “antihegemónico” de sus animadores.

- Define como una “posibilidad” que los hechos, delicadamente denominados por ellos como “represión silenciosa”, “se generalicen como tendencia” en nuestra sociedad. Pero la represión no es una mera tendencia, es una realidad que domina todos los aspectos de la vida en Cuba desde hace décadas; no por gusto el propio General convocó al pueblo a “hablar sin miedo” en la llamada “consulta popular” hasta ahora no publicada en los medios, rapto de sinceridad derivado de un cinismo crónico que asume públicamente la existencia del temor social fruto de la represión sistemática contra los inconformes o los incómodos.

- Contribuye a la demonización del término “disidente” y a la vez lamenta que no se practique “el merecido respeto por la diversidad”, lo cual –dicen- resquebraja “la unidad del proceso revolucionario”. Tal actitud es acusadamente hipócrita.

- Convoca a un “diálogo cultural”, evadiendo tendenciosamente el carácter político que subyace en todos los conflictos sociales al interior de Cuba. Por otra parte, desconoce la política (y por extensión el diálogo político) como componente fundamental de la cultura.

- Adolece de ambigüedad general al omitir la definición de conceptos mencionados en el texto, como por ejemplo: “contrarrevolución real”, “autonomía solidaria”, “represión silenciosa”, y otros similares. Igualmente debió establecerse a quiénes consideran “actores político-culturales cubanos” que deberán actuar frente a “la emergencia irreversible de nuevos hechos sociales, como las tecnologías digitales”.

Precisamente en este último punto llega al clímax mi perplejidad, porque tal “emergencia irreversible” (y realmente lo es) parece aludir tangencial y eufemísticamente al fenómeno blogger, ese que –utilizando la tecnología digital- ha venido quebrando el pertinaz aislamiento que protegía la idílica y virginal imagen del socialismo totalitario cubano, aislamiento que fue instaurado con alevosa intención por la misma revolución que se proponen salvaguardar los firmantes de la carta de marras. Me deja sin aliento que lo más avanzado del pensamiento “revolucionario”, siempre sorprendentemente presto a parir una nueva teoría de la nada, considere la circunstancia del uso de Internet, no como un signo de libertad y progreso ni como vía para establecer vínculos y difundir la cultura, entre otras ventajas, sino como un mal necesario e inevitable, una especie de enfermedad con la que habrán de lidiar, en vista de que los blogger hemos hecho imposible mantener al país bajo la protectora “urna de cristal” de la incomunicación informática.
¡Ah, nuestros candorosos intelectuales oficialistas con sus tibias posiciones y su eterno empeño en trepar por las ramas! ¡Cuántos esfuerzos y fatigas solo por eludir las raíces de los males! Empeñados en pescar en río revuelto sin llegar a mojarse las posaderas, quedan otra vez a medio camino entre la sumisión y la libertad: justo en la línea indefinida de los timoratos. Casi puedo comprender el poco o nulo respeto que inspiran al régimen.

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