jueves, enero 21, 2010

Testimonios

Me gusta mucho la literatura testimonial. En especial los que fueron testigos de las dictaduras- nazis o sovieticas- que asolaron el mundo. Para los bienpensantes de la izquierda intelectual se trata, siempre, de testimonios falsos, apañados por operaciones de la CIA y otras oscuras fuerzas. Por esa cantilena hemos tendido a despreciar estos testimonios como mera propaganda antisoviética (o antinazi)
Hasta que lei a Kravchenko (”Yo elegí la libertad”). Y luego: Andre Guide (“Regreso de la URSS”). Y gente menos conocida: Raymond de Jaegher (“El enemigo en casa”, sobre la toma del poder del PC en China), Luben Kiukov (“El hombre de Tcheliabinsk”), John Clifford “Ante la presencia de mis enemigos”, sobre China y la Guerra de Corea, Bernard Goldstein (“Las estrellas son testigo”, sobre el Gueto de Varsovia).
Para no olvidarse de gigantes de la literatura como Koestler y Solyenitsin.
Se trata de confrontarse con la angustia del hombre común enfrentado a las decisiones incomprensibles de la Gran Maquinaria. Esa confrontación es estremecedora: gente que confiaba o creía en las bondades del Nuevo Régimen se ve enfrentada a la realidad de violencia, arbitrariedad , irracionalidad de unas revoluciones nacidas, supuestamente, para liberar al hombre.
Son relatos formidables, en los límites de la experiencia humana y que agregan sabiduría al que los lee, más, mucho más que cualquier libro teórico.

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