lunes, diciembre 14, 2009

De Adam Smith, el supuesto "creador" del capitalismo

La propiedad más sagrada e inviolable es la del propio trabajo, porque es la fuente originaria de todas las demás. El patrimonio del pobre se halla en la fuerza y en la habilidad de sus manos, por lo que impedirle hacer uso de esa fuerza y de esa habilidad de la manera que juzgue más conveniente, y en tanto no perjudique a otra persona, constituye una violación manifiesta de su más sagrada propiedad. Equivale a una usurpación manifiesta de la más justa libertad del trabajador y de aquellas personas que pudieran emplearle, pues se le impide al uno trabajar en lo que considera más conveniente, y al otro darle ocupación en lo que le plazca. El juicio de si es apto o no para aquella tarea, puede sin duda encomendarse a la discreción de los patrones puesto que en ello radica su propio interes. La afectada preocupación del legislador para prevenir que se empleen personas incapaces es evidentemente tan absurda como opresiva.

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