jueves, enero 29, 2009

La última genialidad de Yoani

Podría pasarme el día asustada, escondiéndome de esos hombres apostados allá abajo. Llenaría cuartillas con los costos personales que me ha traído este blog y con los testimonios de quienes han sido “advertidos” de que soy una persona peligrosa. Bastaría con que lo decidiera y cada uno de mis textos sería una larga queja o el dedo acusador de quien busca la culpa siempre afuera. Pero sucede que no me siento víctima, sino responsable.

Estoy consciente de que he callado, que he permitido a unos pocos gobernar mi isla como si de una hacienda se tratara. Simulé y acepté que otros tomarán las decisiones que nos tocaban a todos, mientras me escudaba en el hecho de ser demasiado joven, demasiado frágil. Soy responsable de haberme colgado la máscara, de haber usado a mi hijo y a mi familia como argumento para no atreverme. Aplaudí -como casi todos- y me fui de mi país cuando estuve harta, diciéndome que era más fácil olvidar que intentar cambiar algo. También cargo con la deuda de haberme dejado llevar -algunas veces- por el rencor o por la sospecha, que hicieron mella en mi vida. Toleré que me inocularan la paranoia y en mi adolescencia, una balsa en medio del mar, fue un deseo frecuentemente acariciado.

Sin embargo, como no me siento víctima, me subo un tanto la saya y le enseño mis piernas a los dos hombres que me siguen a todas partes. No hay nada más paralizante que una pantorrilla de mujer cuando le da el sol en medio de la calle. Como tampoco tengo madera de mártir, intento que no me falte la sonrisa, porque las carcajadas son piedras duras para los dientes de los autoritarios. Así que continúo mi vida, sin dejar que me conviertan en puro gemido, en sólo un lamento. A fin de cuentas, todo esto que hoy vivo ha sido producto también de mi silencio, fruto directo de mi anterior pasividad.

2 comentarios:

José Luis dijo...

El otro día leía en un post de Alejandro Rozitchner en el que él decía que "sospechaba de las víctimas". Como que uno, en general tiene opciones, que "ser víctima" es, en última instancia, una elección.

Esta piba tiene todo para sentirse víctima, para SER víctima, pero elige no serlo y desafía a sus carceleros cagándoseles de risa en la cara. Un ejemplo de libertad, Yoani, de libertad interna digo.

esteban dijo...

Lo poco que recupero de Sartre- un amante dspechado del stalinismo- es su nocion de que la libertad permite que un esclavo se someta o se rebele: nadie lo obliga a someterse. Ese ambito de libertad "interna" es inviolable, aun bajo las dictaduras más totalitarias. Yoani lo expresa sabiamente.

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