viernes, octubre 24, 2008

Contradicción principal y contradicciones secundarias

Lo único que puede rescatarse de Mao -posiblemente el dictador más cruel de toda la Historia de la Humanidad, incluyendo a Hitler, Stalin y Pol Pot- es su teoría de las contradicciones, aquella que dice: “Existen muchas contradicciones en el proceso de desarrollo de una cosa compleja; entre estas, una necesariamente es la contradicción principal; su existencia y su desarrollo determina o influencia la existencia y el desarrollo de las demás”.
(…)
“De este modo, si en cualquier proceso existe un número de contradicciones, sólo una de ellas es necesariamente la contradicción principal, la que desempeña el papel dirigente y decisivo, mientras que las demás son secundarias y subordinadas”.

Es irrebatible y económica esta fórmula. Tiene una belleza casi matemática.
Pero…el problema, el “pequeño inconveniente” que nadie sabe cual es la “contradicción principal” en un momento y situación específica.

Por ejemplo, Argentina 1880-1910.

Para Alberdi, por ejemplo, la contradicción principal había sido, en la etapa de la Independencia, “Argentina Vs. España”, que fue transformándose de hecho en “Argentina Vs. El mundo” . Pero cuarenta años después, la contradicción principal era, según el tucumano “Argentina aislada o Argentina integrada al mundo” , “Argentina con leyes que impidan la inversión extranjera Vs. Argentina con leyes que faciliten la inmigración e inversión europea”, “Argentina con una sociedad pobre y un Estado poderoso-heredero de la Corona-, o Argentina con una Sociedad rica y un Estado limitado”. En la mejor tradición evolucionista, Alberdi supo determinar con exactitud qué contradicción dominaba en cada etapa histórica.
Su visión fue certera. Argentina atrajo en tres décadas a diez millones de inmigrantes, multiplicó por 100 su capacidad exportadora y se transformó en una economía importante a nivel internacional. Después de EEUU, fue el país que más inmigrantes atrajo: la demanda compraba la “marca Argentina”, desechando a otros países americanos. Eligiendo el más abierto, el más moderno, el que más potencialidad ofrecía.

Pero, para los revisionistas, peronistas, marxistas ( especialmente el subgénero, “izquierda nacional”) en ese mismo período la contradicción principal era entre “Nación e Imperio,” ente “Pueblo y Oligarquía”, entre “Buenos Aires unitaria Vs. Interior federal”, entre “Cultura Nacional Vs. Cultura europeizante” o entre “proletarios Vs. millonarios”.
Por ejemplo, Ernesto Palacio, un revisionista clave, se queja de la inmigración: “En 1910 no solo la mayoría de las chacras sino la casi totalidad del pequeño comercio estaban en manos de extranjeros (…) Todo ello contribuía a formar una población excesivamente heterogénea (sic!), cuya amalgama posterior (sic!) constituía un problema de solución difícil (sic!)”
“El programa de Caseros se cumplía, en efecto. Todo lo nacional estaba a punto de desaparecer”, llora el historiador: está claro que la contradicción principal es para él, entre una Nación, tradicional, aristocrática, federal, católica enfrentada a una elite europeizante, antinacional, expoliadora de la verdadera aristocracia originaria de los conquistadores.

Hernández Arregui, uno de los mitos del “pensamiento nacional y progresista” no tiene problemas en afirmar que la inmigración trajo...demasiados judíos. Dice: “Estos grupos extranjeros no latinos actúan en Buenos Aires, la ciudad puerto y contribuyen a su cosmopolitismo (sic) , más que por su número, por los controles culturales (sic) que disponen. La inmigración judía, en la Argentina, es una de las mayores del mundo (mmm…) …Se calcula que esta población oscila entre los 450.000 y los 750.000 judíos (aj!). La mayor parte radicada en la Capital Federal. Ligados al comercio, a las finanzas, a la industria en sus diversos niveles económicos, a la construcción, al libro, al periodismo, a la Universidad, a las actividades artísticas y a las profesiones liberales, su influencia financiera y política está conectada a los focos internacionales (sic!) de propaganda y control culturales (sic)…el poder internacional del judaísmo vincula estos grupos étnicos, en forma poco visible pero real y organizada a escala mundial (sic: “la conspiración judeomasónica”) al imperialismo (sic), particularmente norteamericano, del cual el sionismo no es más que una variante con su foco en Israel (sic, en la linea del antisemitismo más clásico: la defensa de la Nación frente al cosmopolitismo; y del más moderno, el “antisionismo progre”)
Para H. Arregui está claro que los judíos forman parte de la contradicción principal, entre Nación e Imperialismo, y operan como una quintacolumna imperial.

Volviendo a Mao: como el encuadre, la definición de “cuál es la contradicción principal”, es innegociable y define el sentido de una propuesta política, podríamos caer en el más crudo relativismo y decir “Hay tantas contradicciones principales como proyectos políticos, Sr. Mao”. O sea, el esquema “lógico” es interesante, ya que genera una comprensión de la coexistencia de diversas contradicciones que operan simultáneamente y que, sin una guía, una jerarquía, pueden desbarrancarse al caos. Pero en esa complejidad, acertar con la contradicción principal es , justamente, la pretensión fatal, como diría Hayek. Una petición de principio, un supuesto, un prejuicio, una hipótesis que se intenta comprobar anulando las pruebas que la contradicen.
Una trampa de la Razón.
No dejemos que nadie nos cuente cual es la contradicción principal: seguramente nos está vendiendo carne en mal estado.

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