miércoles, enero 30, 2008

La ética del microorden

Aprendo de Hayek. Este olvidado “neoliberal”, cuyos libros casi son inaccesibles en las cultas y bien provistas librerías de Buenos Aires, donde su nombre, para los que vagamente lo conocen, suena a “privatizaciones salvajes”, es posiblemente el historiador y economista básico del siglo XX. Junto con su maestro Von Mises, y su amigo Popper constituyen la base de un pensamiento extraordinariamente rico , que enfrenta desde el plano argumental al pensamiento dominante del siglo, sea de las izquierdas marxistas o las derechas nacionalistas.

UNO
Me encanta su caracterización de Aristóteles como padre de la “etica del microorden”, es decir el que desconfía del afan de lucro del comerciante y requiere pequeñas aldeas autosuficientes, manejables, solidarias. O sea, todo lo contrario de la Atenas en la que nació, alimentada con el trigo africano, comerciando con Egipto, Sicilia o España , obteniendo así los recursos necesarios hasta para financiar a pensadores reaccionarios como Platon o Aristóteles, desdeñosos de tanta vulgaridad…
Ambos reaccionan contra la civilización y añoran el orden campesino o la rígida autoridad de los sabios.
Su legado es recogido por Santo Tomas y de allí se constituye la doctrina básica de la Iglesia: no al comercio y la usura, no al lucro, dar al pobre limosnas, caridad, solidaridad, preservar el cuerpo de la comunidad, el rebaño tras el pastor. Dice Hayek: “La animadversión hacia la práctica del comercio, que ha prevalecido tanto en la Iglesia de entonces como en la de ahora, su condena del cobro de intereses -que antaño se equiparó con la usura-, su defensa del precio justo y su displicente tratamiento del beneficio, son ideas impregnadas de pensamiento aristotélico.”

DOS
Segunda idea: el comercio es “la madre de las revoluciones”, es la estructura vincular que permite el intercambio a largo plazo, la interdependencia geográfica. Desarrolla el lenguaje, la aceptación del extranjero, la adaptación de culturas exógenas, el intercambio humano. Pero el comercio estuvo en manos de personas, de mentes individuales, de pescadores de oportunidades, al acecho de ideas y productos nuevos, para realizar valor; no a cargo del Estado.
Cuando el Estado intervino fue para obtener su tajada, coartando muchas veces la libertad de comercio, destruyendo ese valor. Es falsa la idea del estado comerciante: solo individuos activos , a la búsqueda de lucro fueron capaces de abrir las rutas al comercio. (Lucro, “fea” palabra, cargada de la condena eclesiástica: pero que significa beneficio, ganancia, realización del capital, el motivo para que alguien arriesgue su pellejo yendo a comerciar con tribus remotas de las estepas asiáticas.)


TRES

Hay cuatro “piedras angulares”, basamentos, de este edificio que comparten prácticamente todos los intelectuales y científicos de los últimos doscientos años, al decir de Hayek:

1) No es razonable plantearse objetivos que no puedan justificarse científicamente
2) No se puede aceptar lo que no se puede comprender
3) Hay que especificar previamente el fin que se persigue, a fin de mantener determinada conducta
4) No hay que comenzar nada si sus efectos no son plenamente conocidos de antemano, perceptibles y positivos.

Esto implica ignorar el conocimiento acumulado por generaciones, bajo la forma de costumbres, tradiciones y moral. Significa manejarse exclusivamente con variables “conocidas”, rechazando los factores desconocidos ( y potencialmente amenazantes)
Todo los fines deben ser explícitos y sus efectos “colaterales” conocidos y , además, buenos.
Así como del Universo solo se conoce el 10% de la materia , la que es visible, y un 90% es la “materia oscura” que no por invisible deja de ejercer ni más ni menos que la función de amalgamar a las galaxias; así en la historia humana existe un desconocido caudal de costumbres y leyes morales que permitieron la evolución económica y cultural de los últimos dos mil años, pero están opacadas por las luces de la Razón, que como estrellas en el firmamento son el “único” producto humano que vale la pena aplicar y conocer. El racionalismo pretende, por lo tanto instituir un orden perfecto como producto del puro ejercicio de la razón y para ello simplemente no concibe límites: todo es solucionable mediante la Razón.

Agrega Hayek: “ ninguno de estos condicionamientos parece ni siquiera sospechar que en determinados campos del conocimiento puedan existir límites a la razón o al propio conocimiento ni considerar que, en tales circunstancias, la función fundamental de la ciencia es descubrir estos límites. (…) Subrayemos, en segundo lugar, que estos enfoques no sólo nacen viciados por una inadecuada apreciación del verdadero problema a considerar, sino también por una total falta de curiosidad sobre cuál puede haber sido el proceso a través del cual se ha formado, de hecho, el actual orden extenso de cooperación humana, así como la forma en que puede garantizarse su buen funcionamiento, y, por fin, sobre las consecuencias que podría acarrear la desaparición de las pautas de comportamiento que facilitaron su aparición y que hoy mantienen su eficacia.”

Para decirlo en criollo: los intelectuales juegan a ser dioses, haciendo tabla rasa con miles de años de evolución cultural, desechandola como meras “supersticiones”. Los “modernos”, dotados de inteligencia y Razón, van a construir el mundo perfecto, evidente, claro en sus objetivos y fines, un mundo sin contradicciones, sin lucha de clases, un Mundo Feliz.
Así nos fue.

1 comentario:

esteban dijo...

Vean a un intelectuial racionalista, (bolivariano para más datos) en pleno trabajo de "construccion del Mundo Feliz"
(Lo aporta Orlando Tambosi, en su blog)



" Eliminada la miseria y la opulencia, serán eliminadas muchas causas de los delitos. Si se piensa además que el nerviosismo es consecuencia típica de la sociedad capitalista,y que el nerviosismo se refiere de modo específico, el alcoholismo, antecedente de un crecido número de crímenes, se deducirá cuanta relación causa-efecto hay entre la sociedad actual y la delincuencia, como la instauración de un organismo social que impide la feroz y desenfrenada lucha para vivir, causa de la neurosis, hará que el fenómeno disminuya notablemente" (Juan Martorano)

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