domingo, diciembre 31, 2006

Fin de año

El fin de año sugiere siempre la necesidad de un borrón y cuenta nueva, un balance, parar la pelota y mirar bien el campo de juego.
Alguien me dijo hace poco "que ideas viejas las tuyas". Me hizo reflexionar. Es cierto, son ideas viejas, pero no por eso, malas.
Son las ideas que Chile, Singapur, Corea del sur, Taiwan están poniendo en práctica desde hace 20 años. Que China a su modo postmaoista impulsa: modernización, apertura al exterior, atracción a los inversores, alta tecnología, competencia, libre mercado, capitalismo, desprejuicio ideológico.
Y control de las trenzas corporativas : empresarios amigos del poder, sindicalistas gordos o flacos, pobreteros que viven de "combatir la pobreza" y terminan firmando con Tinelli, intelectuales críticos que creen que informatizar la Biblioteca Nacional es "cientificismo", quejosos de toda laya que descreen del progreso, de la increíble realidad de la tecnología, de que en el mundo hay 500 millones menos de pobres que hace una década, y que nos amenazan con inminentes catástrofes ecológicas para paralizarnos y aterrorizarnos.
Soy liberal, con perdón.
Creo en la democracia republicana, en las mayorías respetando a las minorías.
Creo que libertad de mercado y libertad política a la larga confluyen. Que democracia con estatismo termina en Chavismo. Y que mercado y autoritarismo solo pueden convivir una década: Chile terminó con la dictadura y China, deberá aprender el ejercicio de la libertad política, aunque no le guste al sacrosanto Partido Comunista.
Creo que Israel es un símbolo de resistencia de la modernidad frente al oscurantismo, de la democracia frente al absolutismo, de la libertad frente a la opresión del Estado, incomprendida y atacada por izquierdas y por derechas.
Creo que el viejo antijudaismo se expresa ahí con toda virulencia. Israel es el único país del planeta al cual se le cuestiona su derecho a la existencia.
Soy antiguo pero creo en la no discriminación, en el derecho del consumidor a defenderse de las empresas, creo en que hay que despenalizar el aborto, permitir casamientos homosexuales, libertad irrestricta de prensa, padres con bonos que el Estado le dé para que puedan elegir qué escuela quieren para sus hijos, y pagarlas, obligando así a la escuelas a competir para captarlos.
Creo en la paz, pero no en la indefensión, creo en la sociedad civil pero no en un Estado fofo e inerme.
Creo que la Ciencia es lo único que nos salva de la irracionalidad fundamentalista.
Creo que el Islam extremo le declaró la guerra a la democracia, al progreso, nos quieren matar por infieles.
Creo que el nacionalismo es la antesala del nazionalismo, sin dudas.
Creo que el populismo es la antesala del fascismo, sin dudas.
Creo que los buenistas, esos que trabajan de buenos en los medios y en la política, nos llevan al fracaso. Toman siempre las peores decisiones.
Creo que el pasado ya pasó.
Creo que hay aun esperanza de que la Tecnología le gane la carrera a la irracionalidad de izquierda, de derecha e islámica, que muchas veces son lo mismo.
Creo que en diez años el hambre será un recuerdo.
Creo en la Revolución asiática: China e India incorporando al consumo a cientos de millones de pobres.
Creo que la Gran Empresa Abarcaydevora vive sus ultimas décadas: será reemplazada por redes compartidas, ágiles, pequeñas, ultratecnologizadas, excelentes, talentosas y ubicuas, formadas quizás por un chino, un canadiense y un mexicano conectados por la Web.
E
l viejo sueño liberal de millones de unidades productivas libres, sin monopolios privados o estatales es aun posible gracias a la conectividad de Internet,
Creo en que crear valor no se hace a costa de empobrecer a nadie: ese viejo y rencoroso prejuicio marxista, de que el valor es el robo a los pobres generó millones de pobres: es hora de terminar con esa lacra precapitalista.
La política no podrá ser lo que era, el coto privado de una corporación que trabaja de" bueno" y cobra: la interactividad, la comunicación perpetua vía web-celulares-etc hará imposible los cajoneos, los negociados, las trenzas, las componendas, el ocultamiento, la rosca.
Los consumidores-votantes-usuarios serán al mismo tiempo productores-funcionarios-proveedores porque tendrán la misma información y podrán cuestionar y, finalmente, decidir cambiar de empresa, de partido político y en un futuro lejano quizás, de país. (me imagino teletrabajando para un empresa del Red, sin pagar impuestos en el propio país, sin pagar impuestos de ningún tipo...)

En fin, soy levemente optimista. Porque ahora no se trata de discusiones teóricas sino, simplemente, de mirar los datos de la realidad: los paises que se abren a la competencia internacional, que se animan a asociarse en Tratados de Libre Comercio, los que abandonan el nacionalismo, el estatismo, el socialismo y el populismo, son lo que más crecen, los que bajan la mortalidad infantil, los que disminuyen las tasas de homicidio, los que mejoran la calidad de vida. Basta de verso: la verdad esta ahí, para el que la quiera ver.
No todos se atreven a mirar.


Buen Año

sábado, diciembre 23, 2006

Blasfemia de Navidad

Todos sabemos que Dios ha sido creado a imagen y semejanza del Hombre.
De lo peor del Hombre, por añadidura. Sea el Dios Vengador del Antiguo Testamento– al que no le tiembla la mano si hay que ahogar en fuego un ciudad rebelde, o enviar plagas a Egipto; o sea el cínico Dios bondadoso de Nuevo Testamento (que no duda en mandar al Infierno a homosexuales, pero absuelve a genocidas; que no impide que millones de bebes mueran antes de cumplir un año; el que no impide- más bien pareciera promueve: genocidios, holocaustos, sunamis, matanzas étnicas, guerras civiles, torturas, invasiones, violaciones, accidentes en ruta) para no olvidar al Dios fanático del Corán, que condena a morir en la jihad a todo el Infiel que lo niegue.

Todos sabemos, además, que los crédulos necesitan relatos bíblicos que los tranquilicen otorgándoles una luz de esperanza frente al olvido de la muerte: una segunda y absurda oportunidad en un dorado Paraíso insoportablemente poblado, un caos que solo una mente infantil o levemente alucinada –posiblemente por opiáceos- imaginó hace algunos milenios. El Miedo engendra monstruos, como bien lo sabía Goya.

También se sabe que las mentiras originarias sobre las que se basan los grandes relatos fundadores son copias unas de otras: hay al menos diez semidioses (hijos de dioses y humanas vírgenes) que nacieron ¡Oh sorpresa!, un 25 de Diciembre (como lo muestra Francisca Martin-Cano Abreu, en http://es.geocities.com/martincanot/belen.htm)

Siempre hay un Diluvio, una pareja que se salva y en algun momento, un Semidios Hijo de una Vírgen (La madre de todas las mentiras) que baja al mundo para conducirnos a la Salvación.

Este atávico Guión reiterado decenas de veces nos viene quitando el sueño y la vida desde hace miles de años: las guerras de religión , la Inquisición, las Guerras Santas, las Cruzadas serían como extrañas votaciones de Hollywood, unos elementales y violentos Oscares para determinar qué película debe ser vista de aquí a la Eternidad - todos los fines de semana, Sábado o Domingo- para que no se la lleve ningún viento. No solo no nos salva: nos mata. Sesenta mil judíos españoles fueron quemados en la hoguera de la Inquisición, decenas de miles de protestantes en la guerras de religión, miles de mahometanos en las Cruzadas, etcétera. Nos mata, pero igual la queremos. Es tan linda la Religión.


Lo malo es que sus administradores- gente astuta y poderosa- no creen (es imposible suponer que un funcionario de la Curia o un Papa crean realmente que Jesús caminó por el lago sin ahogarse y que resucitó! a los tres días ...) sino que trabajan de creedores.
El Creedor es un actor social del Poder que administra la mentira como verdad “operativa”, es decir : transforma una mera hipótesis fantasiosa en un mandato con fuerza de Ley a fin de imponer un orden social basado en la administración de la esperanza en una segunda oportunidad. Administran el miedo a la Parca.

El Creedor recrea el Relato original, lo adorna, lo hace complejo, lo asocia a características de la cultura local, lo enriquece con subtramas (santos, heroes, pasiones varias) y lo adapta al gusto del consumidor para que arraigue con fuerza de siglos.
Aun hoy hay gente que cree que el mundo se hizo en siete días. Aun hoy, cuando la ciencia – ese dominio intrincado que el Creedor quiere dominar desde Galileo en adelante- descubre todos los días los mecanismos de la vida, desmonta los relatos creacionistas y llega hasta el confín con el Hubble. Y Dios – esa idea- que no le aparece por ninguna parte…

Estos días de diciembre son el momento de esplendor del Creedor: durante algunas horas los crueles gerentes de la represión o los suaves conspiradores de salón elevan una mirada al Cielo y piden perdón, juran enmendarse y se preparan para redoblar sus operaciones no bien los fieles crédulos renueven su pacto anual con la Película Ganadora del Oscar.

Los crédulos recrean los viejos recuerdos de la infancia (el abuelo, el tío, los primos) les caen lagrimones de ternura, juran ser buenos y obedientes y se van de vacaciones.
Esperan, en el fondo de sus corazones que las compras navideñas, los encuentros de fin de año, la fiesta universal que comparten con miles de millones de otros crédulos, les evite – mision imposible- meditar por un instante que la farsa no evitará el suspiro final hacia la nada.

sábado, diciembre 16, 2006

La negación del Holocausto

Escribí este texto hace un año. El nazislamismo de Iran confirma todos los temores ahí expresados. Hoy negamos la Evolución, el Holocausto, el Sol como centro del Universo y si así seguimos el árbol que nos vio nacer hace 100.000 años nos verá regresar como monos estupidizados.


Esteban
gracias por tu mail. el texto que me enviaste me conmovió y te felicito por tu sinceridad, y la forma en que lo escribiste
fue un gusto conocerte y sigamos en contacto
saludos
Jack

(Jack Fichs, sobreviviente del Holocausto)


Auschwitz: motivos para la memoria

Una recorrida por los foros de la web y los textos de diversos sites, me ha hecho reflexionar seriamente sobre el error en que viví hasta ahora.
Yo creía, ingenuamente, que se había cometido una tremenda injusticia contra los judíos durante la segunda guerra. Y creía que dicha injusticia la había cometido el régimen nazi y, debo confesarlo, creía también que dicha injusticia fue…comprendida, ¿avalada? por alguna parte del pueblo alemán. Esto último siempre revulsionó mi conciencia democrática, porque hasta cierto punto esto suponía una agresión, una acusación a una comunidad, un pueblo, exactamente lo mismo que yo condenaba en el caso de la matanza al pueblo judío. ¿No estaba yo matando al pueblo alemán al acusarlo de complicidad con el exterminio a los judíos? ¿No era yo, no en acto aunque si en potencia un exterminador, un antigermánico, un propiciador de la “solución final al problema…alemán”?
Es por eso que, cautamente, guardaba esos sentimientos.
Lo innegable para mi era que un régimen político, el nacional-socialismo, había imaginado, planeado, ejecutado y ocultado la más cruel, masiva y discriminada matanza de la Historia. Un plan siniestro que condenaba a la muerte por gas, fuego, hambre, frío o fusilamiento y por el solo hecho de pertenecer a una etnia, a todos sus miembros: hombres, mujeres, ancianos, niños, enfermos o sanos, locos o cuerdos, buenos o malos.
Una afrenta que la Humanidad no perdonaría jamás.

Qué equivocado estaba, por Dios!
En realidad las cosas no fueron así, las cosas nunca son fáciles ni claras, ni evidentes, nos insinúan ahora los bienpensantes.

Primero. ¿Existió tal masacre? Me dicen que es casi un invento, un imposible técnico: dilapidar tantos recursos en un plan tan inútil para la marcha de la guerra de Alemania contra los aliados. Exageraciones creíbles porque, en efecto, los judíos habían sido objeto real de persecución en la Alemania de la preguerra y no gozaban de la simpatía del régimen. Pero de ahí a pensar en un plan de exterminio, hombre!...
Lindo argumento. Casi lo compro. Me imagino así a todos los primos de mis padres y sus hijos y nietos vivos, felices, en algún lugar de Ucrania o de Moldavia, algunos llamándose quizás como yo, Stefan Lijalad o Carl Mordcovsky. Decenas de familiares desconocidos pululan en Europa del Este ingenuamente, sin saber lo preocupados que estamos los primos americanos por su suerte. Algo tontos los tipos ¿no? Pudieron habernos avisado ( “Estamos bien, vivos, todas mentiras aliadas…”), pero seguramente perdieron la agenda con los teléfonos.


Segundo. Si realmente ocurrió,¿ por qué exactamente debe ser condenado el régimen nazi? Muchos ven la cuestión desde un punto de vista diferente. Veamos.
Todo crimen es condenable, incluyendo el que cometieron los judíos asesinando a Cristo, o los que cometen a diario contra los palestinos.
Toda muerte, todo asesinato es condenable, sigue el argumento, independientemente de la cantidad de víctimas. En ese sentido, los asesinatos nazis son tan condenables como cualquier matanza (los asesinatos de los norteamericanos contra los indios, de los holandeses contra los indonesios o , nuevamente, la de judíos a árabes).
Toda muerte violenta es igualmente condenable: por ejemplo la que cometen millones de mujeres abortando.
En fin, no hay nada especial en el exterminio a los judíos que organizaron los nazis; forma parte del aciago patrimonio de la humanidad.
Por otra parte, los judíos asesinando a palestinos no se diferencian en nada de sus victimarios de ayer, así que TODOS ESTAMOS A MANO. Lamentable lo de Auschwitz, pero no muy distinto a Sabra y Chatila .

Ni la cantidad de víctimas ni los motivos son, entonces, argumentos válidos para condenar a los nazis.
¿Será posible, interrogo yo tímidamente entonces, condenar el método?: ¿No parece especialmente cruel tomar a un grupo de familias, por ejemplo, de la comunidad judía romana, en 1944, separar a hombres de mujeres y niños, meterlos en vagones de carga sin ventilación; hacer que sus excrementos se acumulen los cinco días de viaje; bajarlos en una estación gritándoles órdenes en un idioma incomprensible; separar a los que bajan en viejos y enfermos, y hombres sanos; llevar a estos últimos a hangares de desinfección, marcarlos, raparlos y mandarlos a unas barracas, mientras sus mujeres y niños no sufren ninguna de esas vejaciones sino que son introducidos sin mayores explicaciones en unos baños públicos para darles una ducha de desinfección, que termina con sus gritos bajo la lluvia de gas que sale de los grifos? ¿No hay algo DISTINTO, esencialmente prehumano o extrahumano en el sistema, en su planificación meticulosa? (Imaginemos al ingeniero encargado del diseño de las duchas, al químico buscando la fórmula del gas que más rápido acabe la escena de las duchas, a los constructores pensando en el modo más veloz de deshacerse de cientos de cadáveres, en fin). ¿No hay algo parecido al mal absoluto en el reciclaje de los muertos: pelos para hacer colchones, grasa humana para jabones, dientes de oro para el Tesoro del Reichbank?


Son estas, claro, solo preguntas de un ignorante de los vientos que corren.
Cada pueblo- nos insinúan- tiene modos de expresión y defensa de sus valores. El liderazgo nazi interpretó que el sentir de su pueblo era la limpieza étnica de Europa y ejecutó ese deseo oculto de generaciones germánicas. En un contexto como ese: ¿podemos juzgar a Hitler con nuestros valores de occidentales actuales?
“¿Y por qué vamos a hacerle (nos grita Izquierda Unida de España) el juego a los sionistas imperialistas masacradores de los palestinos? Que conmemoren “ellos” los sesenta años de la liberación de Auschwitz.”

Guau. Confieso que estos argumentos me dejan casi sin palabras para contrarrestarlos. Suenan casi ciertos. El problema es que son tan inmorales como sus autores, divulgadores, exégetas o promotores. Condenan al ser humano a un destino letal, amargo, seco como las órdenes de un Kapo del Lander, un destino que no vale la pena ni imaginar. Ocultan un cocodrilo enorme y cruel detrás de decenas de pequeños cerdos y nos dicen: “¿ven? Somos todos iguales! Que vamos a hacer, quizás algún día el Hombre mejore…Mientras tanto no les quitemos a los neonazis el derecho a la libre expresión. Y que los judíos dejen de rascarse la herida, porque, como dice Saramago, “YA no les tenemos más simpatía por lo que les pasó”

Qué tonto, yo.
Sigo creyendo que Auschwitz no es una anécdota cruel, un exceso, el caso extremo de una conducta común y habitual. Creo que fue un resultado de dos mil años de prédica antijudía desde el púlpito, de cientos de años de consolidación de una cultura xenófoba en la Alemania “antiliberal”, nacionalista y conservadora; de cien años de búsquedas de “soluciones finales al problema judío”, de cincuenta de los siempre populares “Protocolos de los sabios de Sión”; y por último creo que Auschwitz fue producto de una decisión implementada por el movimiento “ nacional y popular ” germánico, con apoyo del pueblo en su conjunto, en un delirante ejercicio de crueldad masiva, eficiencia e hipocresía.
Recordar sin pausa, siempre, como una letanía, el horror nazi no es hacer el juego a ningún otro horror: es prevenirse permanente y constantemente, saber señalar que donde no hay límites, la conciencia civilizada debe ponerlos; saber que un pueblo puede asesinar a otro, que un niño puede ser convertido en jabón en nombre del interés de una nación, religión, raza o ideología.
Auschwitz nos obliga a repensar los límites de lo humano, ni más ni menos. Auschwitz no "le pasó a los judíos" como pretende Saramago: le pasó a la Humanidad entera, poniendo en cuestión el concepto mismo de “lo humano”.
Creo, para terminar, que hay valores universales y que estos valores no pueden ser suspendidos por causas ideológicas, por razones de estado o “para defender la Revolución”.
Creo en la vieja -¡ oh ingenuo!- Declaración de Derechos del Hombre de 1789 porque creo en el Hombre, como proyecto. No creo que sea un ser absurdo que vino a matar o morir en Auschwitz, o en un Gulag, en un autobus de Tel Aviv, o en un campo de muerte de Pol Pot, en Bagdad o en las hogueras de la Inquisición, en las Torres gemelas, o en un campo de refugiados de Gaza..
Vino a ser un pequeño dios, un creador de vida - hijos, ideas, bienes-, un constructor de cada instante de su paso por la vida, angustiado siempre por la muerte que le espera al final del camino, pero aun así con fuerzas para el optimismo.
Ideas antiguas las mías.

domingo, diciembre 10, 2006

ESTUDIANTES ES MISIONES!

Se le puede ganar al caballo del comisario, se le puede borrar la sonrisa a los que decían que todo estaba "atado y bien atado", y que el tricampeonato de Boca ya era una realdad. Perdón, pero la imagen de este domingo se parece tanto a la del día de la victoria en Misisones, que no puedo dejar de relacionar ambos episodios: En ambos se ganó contra las barras bravas del apriete, contra el periodismo que aclama vencedores antes de jugar, contra la pereza para pensar, contra el dar todo por terminado antes de tiempo..

jueves, diciembre 07, 2006

Pasteras: Razón o locura

¿Es tiempo aun de dejar hablar a la Razón, o estamos en presencia de nuestra compulsión a la desmesura?
¿Cómo hemos llegado a este punto, sin que los pensadores, los artistas e intelectuales exijan, en un frente común, que nuestra gente y nuestro Gobierno dejen de alimentar los demonios del extremismo, de catastrofismo, del nacionalismo de aldea?
¿ Cómo es posible que nadie señale con certeza el clima de absurdo resentimiento que anida en las asambleas entrerrianas? ¿Tenemos acaso miedo a que se nos tilde de ser “antipueblo”, “antinacionales”? ¿Por qué no decir con todas las letras que el microclima extremo de los padres de Cromañon se ha extendido a otras experiencias de protesta y que los asambleístas de Gualeguaychú se esmeran en una competencia interna por el exceso mayor, a ver quien gana así el liderazgo?
El asambleísmo, esa forma elemental de pseudodemocracia -donde triunfa el más enfático, el más sensiblero o el más audaz, nunca el que expone el mejor argumento- intenta transformar a Argentina en una inmensa y permanente arena de debate, donde “el pueblo” decide sobre todo: justicia, economía, trabajo, ecología, cultura. Las “masas movilizadas” (o sea: los 500 asambleístas de Gualeguaychú) se arrogan el derecho de dictar nuestra política exterior; los 100 padres, quien gobernará Buenos Aires; 40 militantes de FUBA, quien gobernará la UBA, y así sucesivamente.
Se dice que ahora en Gualeguaychú comentan que “no hay que hablar más de contaminación, el tema pasa por la Soberanía”
Ese es microclima en acción: cualquier argumento sirve para alimentar a la “burocracia protestista”: la dudosa “contaminación” será remplazada por la “defensa de la soberanía”. El asunto es alimentar con materia discursiva la protesta: el medio es el fin.

(Es tan linda la protesta: creamos una comunidad de amigos, pasamos horas hablando, nos entrevistan radios y teles, aparecemos en programas y columnas, somos importantes, rompemos el aburrimiento pueblerino por la pasión de mantener a país en vilo)

Se leen cosas así:

“Gualeguaychú ya piensan en las nuevas medidas que tendrán que adoptar para evitar que Botnia comience a funcionar. En ese sentido, uno de ellos expresó que las Torres Gemelas "estaban en el medio de una ciudad y sin embargo las embocaron. Esto es más fácil de apuntar, se haría menos daño".
Las declaraciones la recogió el diario Página/12 de Marta, una jubilada que es asambleísta. Dice que “no hay que hay que hacer futurología, pero los que manejaron el avión en Nueva York habían sido entrenados por los mismos estadounidenses. Yo no hablo porque sí, nadie quiere estar en conflicto. Pero el conflicto lo armaron los uruguayos tomando decisiones unilaterales”.
Otros asambleístas no se quedan atrás con la recomendación de las medidas: desde cortar el suministro de productos hacia el Uruguay, ya que aducen que ellos necesitan la Argentina para todo y la Argentina a ellos no, hasta cortarles Internet a toda la población.
"Cortar el suministro de gas, de energía, poner el cuerpo si es necesario. A mí de acá me sacan muerto, eso lo puedo asegurar” afirma Antonio Campostrini, enfermero ambulatorio y gasista improvisado en cada corte o marcha.


Nadie para esa locura, nadie viaja a Gualeguaychú para desmontar el absurdo, nadie cuenta nada: el discurso se desboca y será reemplazado, inexorablemente, por la “acción” delirante, provocadora tomando como modelo las Torres Gemelas.

sábado, diciembre 02, 2006

Stalinismo doméstico

Una característica de nuestro Estado es su afán de meterse en la vida privada de las gentes: ley del cigarrillo, ley de talles, ley de Menú Light. Ahora otra belleza de nuestro paternal Estado se cierne en el Parlamento: oblígase por ley a compartir las tareas domésticas a hombres y mujeres “Compartir la responsabilidad doméstica y el cuidado y atención de los hijos”, dice la norma modificatoria del Código Civil.

Me pregunto qué quiere decir, exactamente, “compartir”:

- ¿Que ambos tomen de común acuerdo las decisiones sobre el cuidado del hogar y crianza de los hijos?
- ¿Dividir exactamente por dos el tiempo, de modo que el hombre y la mujer trabajen exactamente la misma cantidad de horas en las tareas domésticas y crianza?
- ¿Dividir en forma “ponderada” dicho tiempo? Por ejemplo, por cada hora de trabajo externo, media de trabajo en casa? O ponderada por el aporte el ingreso familiar, como “el que aporte el 80% del ingreso deberá aportar el 20% del tiempo de cuidado y crianza?”

¿Que quiere decir “compartir”? Por favor! Explíquenme!

Porque el problema es que no sé si soy violador o no de esta ley , ya que no trabajo la misma cantidad de horas que mi mujer en el mantenimiento del hogar y la crianza.
¿Soy, entonces, culpable, sujeto de sanciones?
Sin embargo esto sucede de común acuerdo con mi mujer, la cual dista mucho de ser una sumisa mujer tercermundista, víctima de la cultura machista.
O será que ese acuerdo denuncia la asimetría de poder entre varón y mujer, de la cual vengo a ser un ejemplo. Mea culpa, entonces! Soy un abyecto machista, y no me había dado cuenta hasta que nuestros legisladores, preocupados por nuestra felicidad me lo han hecho notar.

Conclusión: mi pareja está en crisis, desecha.
No nos ponemos de acuerdo con la aplicación de la ley, en cómo ponderar los aportes de cada uno, nos celamos, contamos la cantidad de platos que lava cada uno, el tiempo que pasamos en el Super, la cantidad de sonrisas o retos que le dedicamos a nuestras hijas, en fin; la vida se ha hecho un Libro de Caja, en el que anotamos debes y haberes, a ver si logramos la igualdad.
No la logramos, de modo que hemos decidido divorciarnos.
Gracias, señores legisladores.

INTERNET LIBRE

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LIBRE ACCESO A LA WEB EN CUBA!