sábado, enero 28, 2006

Hoy


El dia de hoy pasará a la historia.
No porque el Hamas haya ganado las elecciones palestinas, legitimando sus bombas asesinas con votos.
No porque Irán haya saludado ese triunfo inesperado, que allana su pretensión – proclamada francamente - de “borrar a Israel del mapa” y hacer que a los judíos los confinen en reservas zoológicas en Austria.
No porque en Bolivia, Evo se haya reducido el sueldo un 57%, gesto que ratifica su verdadero amor a la pobreza ( no a los pobres) pero que será celebrado por la estupidez latinoamericana como el de San Francisco desnudándose antes de su conversión.


No porque en Venezuela el Comandante haya ordenado el cambio de nombre del Museo de Arte Contemporaneo Sofía Imber (eliminando el nombre de su fundadora) por la audacia que tuvo Sofía al repudiar el antisemitismo del discurso presidencial.
No porque Argentina persevere en sus tomas de la bastilla semanales, ahora con la épica nacional-ecológica que le pasa a los uruguayos todas las facturas de la historia: (de cómo el paisito se atreve a ser democrático y no populista –voto femenino desde 1900, gobiernos honestos, libertades aseguradas, receptores y solidarios del exilio argentino.)
No porque la ola de estupidez suicida hace que la historia , en este siglo nuevo, avance siempre por el peor de los escenarios, contra los optimistas entre los que aun me incluyo.
No por que siempre sucede lo peor: el peor Tsunami, la peor tragedia en un recital de rock, el peor Huracán, la peor Gripe Aviaria, la peor falta de recursos energéticos.

No

Hoy pasará a la historia porque Intel anunció su chip de 45 nanomilímetros, porque Mexico y Chile ratificaron su alianza económica y el “cachorro del Imperio”, Fox, homenajeó al demócrata socialista, Salvador Allende; porque el Imperio Satánico – uno de sus jueces- detuvo a la hija de Pinochet, y, fundamentalmente, porque hoy se celebran los 250 años de Wolfgang Amadeus Mozart, cumbre de la civilización occidental: gracia, sutileza, equilibrio, armonía, melodía, ritmo, color, vivacidad, sorpresa, alegría de vivir. Confieso que Bach me da algo de miedo, me sumerge en la condición de hombre mirando a la Divinidad, a la Perfección inalcanzable.
En cambio Mozart me devuelve mi condición humana, de hombre libre y optimista, no tan temeroso de Dios y más amante de las cosas mundanas, cercanas.

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