sábado, diciembre 11, 2004

El pogrom gaucho de Tata Dios

El 1º de enero de 1872 se cometió una masacre de extranjeros a manos de varias decenas de gauchos seguidores del santón y curandero Gerónimo Solané, alias Tata Dios.
Niños , mujeres, jóvenes y ancianos fueron degollados, violados, robados en una insensata orgía de sangre, bajo la consigna “muerte a los extranjeros y masones” y “Viva la Religión”.
A diferencia de las sangrientas refriegas que durante décadas sufrió al país, (el ancestral combate entre federales y unitarios, Interior y Capital) esta masacre tuvo al odio racial y xenófobo como principal componente. Por primera vez un pogrom, una pueblada anárquica y feroz se descargó sobre un grupo de seres humanos cuyo única condición de extranjeros los colocó en la mira.
No se trataba de huestes del Chacho en combate con el Gobierno Nacional o de un entrevero entre caudillos enfrentados. Se trató de una degollina de población civil inerme, desprevenida, sorprendida en la madrugada, atacada en sus carretas (9 vascos asesinados a orillas del río Tandil , con sus cuerpos, como nos cuenta un cronista de la época “tendidos, degollados, acribillados a puñaladas y lanzazos”), en sus hogares (la familia Chapar íntegra , incluyendo un bebé de 5 meses y su hermanita de 5 años) , o en la Plaza del pueblo, como un italiano organillero, primera víctima de esa noche infausta.
Este pequeño holocausto argentino (36 muertos por razones raciales) ha sido dejado de lado de la memoria colectiva. Fue prolijamente olvidado durante generaciones. Seguramente vecinos de Tandil, lugar de la tragedia, habrán sabido de esos sucesos, pero un manto de silencio, un oportuno olvido hundió esta carnicería en la desmemoria.
Persisten , en cambio, recuerdos de las guerras civiles, de la revolución del 90, la semana trágica del 18, la represión en la Patagonia, los bombardeos del 55 a Plaza de Mayo, la Operación Masacre, Trelew y los desaparecidos del Proceso.
Pero este oscuro episodio ha resistido la luz pública.
Me pregunto porqué.

Sucios, malos y pobres


“Antes y ahora, siempre indigentes, siempre vejados, siempre sometidos a la voluntad absoluta del Juez de Paz o del Comandante, no les es posible tener hogar, ni dedicarse en la quietud de él a la meditación que suaviza las ideas.(...). Al gaucho de Buenos Aires nadie lo proteje, antes bien se le persigue para enviarlo a la guerra o a la frontera.(...)
“Mientras ellos sin paga, sin alimentación defienden la propiedad ajena, nadie cuidará de su familia abandonada y sometida al duro dilema de perecer en la miseria o abrazar una prostitución y criminalidad forzados para seguir arrastrando la existencia.(...)
“ Y ese estado social reposa en la injusticia inicua de tener la Provincia dividida en dos clases, una privilegiada, compuesta de los habitantes de la ciudad, de los grandes propietarios rurales y de los extranjeros; la otra, vejada y oprimida, compuesta de los trabajadores de la campaña”
El alegato del abogado Martín Aguirre, defensor de los gauchos procesados por los asesinatos de Tandil, es una pieza de una fuerza de ideas, una sinceridad y una originalidad notables.
Es como si la Historia hubiera elegido a este casi desconocido abogado de provincia para desarrollar la oratoria central del discurso nacional que tan bien expresara, en esos mismos años, el “Martín Fierro” de Hernandez.
Ahí comienzan las desgracias,
Ahí principia el pericon;
Porque ya no hay salvación,
Y que uste quiera o no quiera,
Lo mandan a la frontera
O lo echan a un batallón


(...)
No hallé ni rastro del rancho
Solo estaba la tapera
(..)
Y la pobre mi mujer
Dios sabe cuanto sufrió
Me dicen que se voló
Con no se qué gavilán
Sin duda para buscar el pan
Que no podía darle yo



El mito nacional ya está construido. El gaucho explotado, arrojado a la frontera, usado como pion para sus jefes, su casas rematadas, su mujer prostituida, clama al cielo por vindicta.
Yo he sido manso primero,
Y hoy seré gaucho matrero
(...)
A naides le debo nada
Ni pido cuartel ni doy
(...)



Gaucho explotado que , sin embargo y para incomodidad de mas de un bienpensante del campo nacional y popular se atreve a ser crudamente xenófobo:

“Era un gringo tan bozal,
Que nada se le entendía-
¡Quién sabe de ande sería!
Tal vez no juera cristiano;
Pues lo único que decía
Es que era pa-po-litano.

(...)
“Yo no sé porqué el gobierno
Nos manda aquí a la frontera
Gringada que ni siquiera
Se sabe atracar un pingo
(...)
“¿Qué diablos! Solo son güenos
Pa vivir entre maricas...”

Hay algo en nuestro poema nacional que se hace más claro a medida que más uno conoce la masacre de Tata Dios.
Ese gringo del que Fierro se queja (maricón, perezoso, ignorante de las cosas del campo, parlanchín, aprovechado) se transforma en el objeto del odio. La noche del 1º de enero del 72, la primera víctima fue un organillero italiano, quizás un pa-po-litano como Fierro diría, quizas ni siquiera cristiano, de afuera, de otro mundo, un masón seguramente.
Fierro nos desafía: para ser argentino hay que ser macho, astuto, saber carniar, distinguir un bulto a una legua, payar, enlazar, hay que ser cristiano.
“Viva la religión” gritaba la montonera. Degüello a los extranjeros y masones.
Ser pobre pero macho, cristiano y federal como contrapartida a ser pueblero, de levita, unitario y extranjerizante.

Qué dilema, ¿no?

El episodio de Tandil conecta lo viejo con lo nuevo: la Santa Federación con la Inmigración. Dos hechos alejados en el tiempo y unidos en aquella madrugada: una vieja argentina vencida, cargada de resentimiento, se vuelca a la caza del extranjero - papolitanos organilleros, vascos carreteros, ingleses prósperos- y los pasa a cuchillo.
Qué dilema. ¿Con quién está tu corazón, viejo?
¿Con el gaucho vejado, idiotizado por una religión mal aprendida, presto a seguir a santones y curanderos, desconfiado, explotado por jueces, comisarios y comandantes de frontera, herido en su dignidad, atónito ante la llegada de los desconocidos, los de afuera...?
¿O con esas buenas gentes de Europa, venidas a América a tocar su organito, a buscar un lugar en un país ajeno y extraño, con viejas peleas ignoradas, a hacerse sin embargo tan argentinos como Fierro, a ser los padres de tu padre?

Asi como el inconsciente archiva la escena primordial, reprime lo inconfesable y alimenta la culpa, así esta historia ha sido debidamente reprimida, olvidada, archivada en algún periódico viejo, exhumada por un escritor de provincias y más recientemente por un estudioso inglés.
Porque asumirla es tan duro, tan inquietante como enterarse de que nuestros mitos nacionales tienen su lado oscuro, siniestro.
Si esos gauchos indómitos, patria desarrapada pero digna, esos gauchos que los Habib, los Katz, los Petinotti, los García, los Smith, aprendieron a admirar en su transformación de hijos de inmigrantes en hijos de esta tierra, si esos gauchos, carajo, mataron a 36 abuelos míos o de Habib, Katz o Petinotti , algo muy fuerte se nos mueve, se nos desmorona por dentro.
Entonces, vamos a negarlo. Lo hundimos. Lo rematamos. Lo asesinamos. Pasamos a degüello ese recuerdo, lo quemamos, lo ignoramos. Y nos quedamos tranquilos.
©2003

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTEBAN, NAVEGANDO DI CON ESTE TEMA QUE POCOS HAN ESCRITO SOBRE EL, TE FELICITO Y COMPARTO GRAN PARTE DE TUS COMENTARIOS Y TE CUENTO QUE MI MAMA ES BIZNIETA DE JOSE CHAPAR QUE FUE ASESINADO EN 1872 SALUDOS GUILLERMO. P.D. TENGO BIBLIOGRAFIA DE LA EPOCA

esteban dijo...

Gracias Guillermo. La vedad es que me gustaría contactarme con vos , a fin de poder acceder a esa bibligrafía. Es increible como se ha ocultado un hecho así durante 100 años. Lo mismo sucede con una matanza de 1947 , de indios de Formosa, en manos de la Gendarmeria nacional: 750 muertos ignorados. Enviame tu email. Gracias

Fabro dijo...

Tengo dos obras sobre el tema: la excelente investigación de John Lynch, "Masacre en las pampas: la matanza de inmigrantes en Tandil, 1872" que, además de ser el documento más minucioso que encontré hasta el momento sobre este episodio, despliega un panorama sobre la identidad nacional del siglo XIX al que debo calificar por lo menos de brillante. Este libro es de Editorial EMECÉ, 2001, y recuerdo haberlo encontrado en una mesa de ofertas al irrisorio precio de $12.
El otro volumen que trata el pogrom de Tandil en forma específica es del Centro Editor de América Latina y se tiutla "Movimientos sociales: Los crímenes de Tandil, 1872", perteneciente a la colección "Historis testimonial argentina", edición de 1983. Hugo Nario es el compilador de los documentos oficiales que integran este pequeño volumen.
Hace poco tuve la suerte de hacerme con una gran cantidad de tomos de la Biblioteca argentina de historia y política, de Hyspamérica, que aún no pude revisar en su totalidad. si llego a encontrar algo relacionado con este tema, volveré para informarlo. Saludos desde Jujuy.

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